El Barca enamorado y una jornada formativa en el desastre

Se pueden trazar mil y un analogías con el Barca y el amor, se puede decir por ejemplo: El Barca, como el amor, es un todo al borde de la nada.

Se dice que el amor, es entregarle a una persona el poder de destruirte, mientras se conmueve con tu encanto. Así es como el Barca entrega al rival el poder de destruirlo, al tiempo que arremete sin freno en una marea de ataques.

El juego del Barca no es otro que el corazón de un joven enamorado, y da la coincidencia de que lo esté. Es blanco, o negro, el cielo o el infierno; y nada por el medio.

Frenesí de intentos, golpes, y arrebatos; el barca juega al golpe por golpe, a los puñetazos, el todo o nada, y hoy más que ayer, el nada que el todo.

Es vertical, a veces prematuro, y otras contundente. No consiente el sumar pases para desacomodar al rival, sólo el ir para adelante con un ritmo frenético. Así también se lo puede sintetizar al Barca: frenético.

Un Barca que no obedece al juego de posición, sino a la velocidad en el espacio, y que encuentra su mejor versión al acelerar en ataques cortos; a veces causados por recuperaciones tras pérdida, otras, por su virtud en la intercepción.

Es alocado, desinhibido, voraz y endeble, es el barca demente; una pintura de este barca es su estrategia: All out attack, desde el primer minuto.

Contrario a la versión más esplendorosa del Barcelona de la vida real, el de Guardiola, este Barca de Fuanziola, privilegia la aleatoriedad ante todo; lo resume Pep en una de sus frases de museo: “El fútbol es mete gol gana”

Por esto es que para ser hincha del Barca como para amar hay que tener dos corazones, el uno para vivir, y el otro para sufrir…

Es así como, si tomas un poema de Benedetti, y reemplazas la palabra Barca con amor, mantiene todo su sentido; veamos cómo queda:

El Barca es un centro

Una esperanza, un huerto, un páramo.

Una migaja entre dos hambres.

El Barca es campo minado,

un jubileo de la sangre,

cáliz y musgo, cruz y sésamo,

pobre bisagra entre voraces.

El Barca es un sueño abierto,

un centro con pocas filiales,

un todo al borde de la nada,

fogata que será ceniza.

El Barca es una palabra,

un pedacito de utopía,

es todo eso, y mucho menos,

y mucho más. Es una isla,

una borrasca, un lago quieto.

Sintetizando yo diría que el Barca

es una alcachofa, que va perdiendo sus enigmas

hasta que queda una zozobra, una esperanza,

un fantasmita.

Pero en esta liga no se ha visto ese Barca, el Barca hambriento se vio minimizado por todos, recibió 15 goles en cuatro partidos, y ha marcado apenas 3. Registro el peor arranque de la historia en una liga, con cuatro partidos jugados, cuatro perdidos, y los cuatro por más de un gol.

Lo más dramático de todo esto, es que ni siquiera ha perdido su estilo, este Barca juega cada día más acelerado, con un media punta y tres delanteros. En la cancha no se ve muy distinto de lo que siempre ha sido, al contrario, pareciera ser que sus rivales evolucionaron; se adaptaron al juego, y el sigue jugando al PS2.

En el fútbol hay conceptos muy básicos, como achicar después de un córner, despejar si se puede, para los costados; etc. Y el pes 2013 también los tiene, y todo declara que o bien, aún no los aprende, o quiere dárselas de audaz jugando en contra del juego.

El famoso “pase a correr”, pareciera que no figurará en su diccionario del Pes. Ni lo utiliza ni lo detiene, y jugando contra Rooney, Eto´o, Cavani y Ronaldo; ni Puyol podría salvarle los muebles si no aprende.

Y ahí es donde estamos, goleado por el Madrid, y superado sin atenuantes por la Juve y el United.

Este fin de semana tuvo el Barca una jornada para el olvido, con mucho que replantearse, cuanto estás último en la tabla a doce puntos del puntero en cuatro fechas jugadas, las cosas se ven un poco distintas.

Epicentro de dolores, lágrimas, y corazones; es el barca enamorado y una jornada formativa en el desastre.

LA COLUMNA POR CRISTIAN FERRARA